Fuente: Contrapunto / Vanessa Davies
“Peligrosamente estamos asistiendo a la potenciación, al fortalecimiento de grupos armados al margen de la ley con la aquiescencia de la fuerza armada nacional que no los combate, que sabe que están operando en muchos territorios y lo permite”, señala la directora de Control Ciudadano. Países vecinos de Venezuela probablemente no vean con buenos ojos la cooperación militar con Irán, advierte. Según su análisis, la fuerza armada permite grupos armados al margen de la ley con los que puede terminar confrontándose
No hay trabajo periodístico sobre la fuente militar venezolana en el que no se consulte o se cite a Rocío San Miguel. Guste o no, se compartan o no sus opiniones y comentarios, ella le sigue el pulso a un sector clave para un proceso que se define a sí mismo como cívico-militar. Como directora de la organización Control Ciudadano, San Miguel puede hablar sobre lo que sucede en los cuarteles, sobre los negocios en los que presuntamente participan los “hombres de verde” y el rol que deben cumplir en un posible cambio de gobierno.
De entrada, los supuestos misiles iraníes que el gobierno de Nicolás Maduro le va a comprar a Irán no pueden quedar fuera de la conversación con contrapunto.com. Irán “es un socio estratégico del poder, y lo ha demostrado con el suministro de combustible”, pero “de allí a concretar un proyecto de misiles, sobre todo de largo alcance, como lo han destacado medios internacionales, lo veo un poco complicado. Habría que ver para creer”.
San Miguel acota que, de suceder, EEUU podría considerar esto como una amenaza a su seguridad nacional, y en consecuencia, ¿qué pasaría? “Podríamos ver alguna acción marítima que impediría la circulación del buque, probablemente en aguas internacionales. Pero, repito: Estos solamente son especulaciones, es lo que se me viene a la mente que podría ocurrir”.
No descarta que sea un elemento para la disputa política en Estados Unidos. “La polarización ha funcionado en la política doméstica y en la política internacional. Y lamentablemente cada día se echa más mano de ello. Una polarización, además, que hace mucho daño para avanzar en problemas de fondo, tanto de la humanidad como en el plano doméstico. Este tipo de sensacionalismo es muy utilizado lamentablemente por la política”, expone.
La cooperación militar con Irán es un hecho, refiere. “Tenemos una fábrica de pólvora que funciona actualmente en Puerto Cabello en la cual Irán participó. Hubo una cooperación para la refacción de unos aviones de combate que fue un fracaso, por cierto. Es interesante, porque ha habido proyectos fracasados con Irán en materia militar: el proyecto arpía de aviones no tripulados, en el que Venezuela no tiene nada que exhibir, porque no tenemos todavía el sistema operativo. Hasta allí es lo que hemos podido registrar en Control Ciudadano. Otro tipo de apoyos para la cooperación militar no han sido documentados últimamente, por lo menos, por nuestra organización”.
Para Venezuela, en su perspectiva geopolítica, la cooperación militar con Irán “supone enormes riesgos”. El país “tiene límites internacionales con 14 estados” y “nuestros vecinos probablemente no lo vean con agrado. Esto nunca se debe perder de vista en los riesgos que supone una decisión estratégica. ¿Qué consecuencias tiene esta decisión? ¿Es un balance perfecto? ¿Produce más beneficios que costos? Creo que las relaciones con Irán lamentablemente se inscribe en la misma tónica de las que se han realizado con otros países: sacan más provecho los otros países, que Venezuela”.
En este caso “Irán saca provecho propagandístico, saca provecho en su epopeya antiimperialista antes que los propios beneficios que pueda sacar Venezuela”.
-El consejo militar con Rusia, China, ¿es algo que nuestra Fuerza Armada quiere?
-Me llamó la atención que, tras el anuncio de Nicolás Maduro, ningún militar de alta graduación, de los 35 claves, ninguno hizo alusión a ese consejo científico militar. Es decir, o no lo tomaron en serio o lo ven como parte de estos anuncios que no concretan nada. Sería lamentable un consejo militar que tenga injerencia en puntos tan sensibles, llámense como se llamen sus socios. Venezuela no necesita consejos militares de países extranjeros; puede tener alianzas militares con países extranjeros, puede tener alianzas estratégicas, pero un consejo de extranjeros para asesorar en materia militar luce bastante grueso para cualquier fuerza armada.
-¿Es malo porque son Irán, Cuba, Rusia y China? ¿Y sería bueno y deseable si fuese EEUU? ¿Es malo siempre?
-Vamos a separar. Los aliados estratégicos existen en la realidad de todas las fuerzas armadas y hay mecanismos de cooperación, ejercicios militares combinados. Todo eso es saludable, todo eso es muy positivo. Además tenemos una cantidad de sistemas de armas que hemos adquirido, especialmente en Rusia y en China. Hay allí unos vínculos inexorables, unos vínculos que se van a prolongar en el tiempo. Ahora, una asesoría, un consejo militar integrado por factores extranjeros, llámense como se llamen los países que lo integran, no lo veo apropiado para una fuerza armada nacional.
Si es por querer, afirma, “me gustaría que funcionara más el consejo de defensa de la nación, me gustaría que ese consejo de defensa de la nación –que es criollito y es venezolano- produjera el concepto estratégico nacional, me gustaría que funcionara una interlocución apropiada de seguimiento por parte del Ceofanb a todos los problemas de defensa nacional, me gustaría que se transparentaran políticas públicas sobre defensa nacional; me gustaría más una rendición de cuentas, conocer el presupuesto de la fuerza armada; saber qué está sucediendo con los hospitales militares”.
-¿Nada de eso se sabe?
-No. Es una caja negra y apenas tratamos algunos, con base en la información pública y testimonios de personas que tienen interlocución con estos sectores, documentar lo que está pasando en la fuerza armada.
-¿El Estado venezolano no tiene clara su estrategia de defensa? ¿Relaciones con Brasil, con Colombia?
-El proyecto bolivariano que implementó desde el punto de vista militar Chávez, y que ha tratado de seguir Maduro, ha edificado el concepto del enemigo interno. Es un proyecto pretoriano que identifica a opositores críticos y disidentes como enemigos. Hay una clara diferenciación. Ha establecido la lucha antiimperialista, interesante la palabra… Yo diría que se ajusta más a la percepción del poder antiestadounidense. No perdamos de vista que China y Rusia, aliados estratégicos del gobierno, son también imperios. Edificada esa lucha antiestadounidense, ha colocado a EEUU como su adversario y como punta de lanza, en la narrativa del poder, a Colombia como un adversario; y se han ido sumando países como Brasil.
También suma “el nuevo concepto estratégico militar. Hay una estrategia que tratado de venderse a lo interno de la fuerza armada nacional, pero que a mi modo de ver tiene muchas debilidades. Es decir, no termina de convencer, en los espacios de la fuerza armada profesional que aún existen, ese concepto del pueblo en armas, ese concepto de una milicia nacional bolivariana armándose; ese concepto de grupos aliados paramilitares o parapoliciales defendiendo la nación. Eso no termina de convencer a una fuerza armada profesional”.
-Pero esos grupos existen, la milicia existe. ¿Habría una tensión interna en la Fuerza Armada por esto?
-Tensiones internas en la fuerza armada hay por muchos motivos: por los presos políticos militares, por la ausencia de una clara estrategia de defensa nacional, por la escasez de recursos, por la partidización de la fuerza armada nacional, por la presencia de grupos armados al margen de la ley que tienen armas de guerra del Estado, por la tendencia a la militarización de cuerpos de seguridad del Estado, como lo que ha pasado con la FAES. La FAES es una estructura paramilitar en su funcionamiento; está dirigida por militares, tiene modos de cooptación militar, de entrenamiento militar, de mando, de estructura de funcionamiento. Todo eso crea tensiones. Todo eso es indebido; siempre me gusta rescatar una mención importantísima: la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece claramente que la defensa militar de la nación corresponde a la fuerza armada nacional, no a otros grupos y no a otros cuerpos de seguridad del Estado.
-¿Son tensiones que no se resuelven? Hay cosas que, aunque generen molestia, están.
-Claro. Además, esto se puede profundizar en el tiempo. ¿Qué es lo que va sucediendo cuando un Estado no tiene capacidad de solventar sistémicamente sus problemas? Se genera entropía. La entropía tiene muchos efectos. Uno de los efectos, sin duda, ha sido la pérdida del pie de fuerza profesional. Hay solicitudes masivas de baja, la desprofesionalización de la fuerza armada nacional, la profundización de la partidización, yo diría la pérdida de rumbo en el concepto constitucional que está establecido para la fuerza armada. Estamos en un proceso de transición en el funcionamiento de la fuerza armada nacional desde hace bastante tiempo. Y no sabemos en qué va a culminar esto. Lamentablemente no todos estos fenómenos conducen a un final feliz. Pareciera que esto se prolonga en el tiempo, y lo que está produciendo son efectos como la participación, cada vez más, de miembros de la fuerza armada nacional en la economía ilegal.
Cada vez más aparecen “militares vinculados con actividades de economía ilegal; ojo, no estoy diciendo la fuerza armada nacional”, puntualiza.
-¿En qué actividades?
-Tráfico de personas, tráfico de drogas, tráfico de combustible, tráfico de minerales, abigeato y las tradicionales fórmulas de ilícitos, como el peaje. Este emplazamiento de la toma del país por causa de la COVID-19 está significando la creación de estructuras feudales en todo el territorio, en el cual los ciudadanos tenemos que pagar diezmos para movernos entre los territorios. Para nadie es un secreto que el peaje militar y policial se ha instaurado como fórmula de economía ilegal para cuerpos de seguridad del Estado y la institución de la fuerza armada nacional.
-¿Es algo ex profeso? ¿Es una política?
-Es una transición a la que se está propendiendo. Teníamos un Estado inmensamente rico, que tenía el petróleo como su fuente de redistribución y de cooptación de sectores del poder; entre ellos, la fuerza armada. El modelo de distribución, de incentivos a la lealtad se edificó a partir del petróleo. Se acabó el petróleo, se está generando una transición económica en el país que está propendiendo a que estos sectores encuentren un modo de sustento. Por ahora, el mayor sustento con el cual cuenta el Estado es la producción minera; de allí la propensión a que haya sectores adosados de carácter militar, por la vía de Caminpeg, pero también de estructuras militares, que están participando de esa renta. Pero está ocurriendo un fenómeno que no sabemos hacia dónde va a ir: esta nueva estructura que se está generando para vivir de algo. Lo peligroso de esto es que, cuando un Estado deja de tener recursos formales, para entrar en el funcionamiento de las economías ilegales se crean feudos territoriales.
-¿Es lo que tenemos?
-Feudos territoriales que gestionan modos de riqueza, que pueden ir desde la aplicación personal de la justicia, los secuestros perpetrados por autoridades militares o policiales, los tráficos, tráfico de combustible. Esto se ha estudiado en los periodos históricos de muchos países: Cuando el tener un arma al cinto es el elemento sustantivo de poder que permite existir en un territorio. Esto a lo mejor no es un diseño ex profeso, pero sí se está permitiendo que ocurra, se está mirando para otro lado. Quisiera pensar que esa omisión genera responsabilidades para el poder.
-Usted habla de una transición que no se sabe para dónde nos va a llevar. ¿A la disolución de la fuerza armada como la conocemos? ¿A la fragmentación?
-La transición ha sido larga. Comenzó en el año 2005. Ha tenido perspectivas legales, seis reformas a la Lofan. Ha tenido perspectivas operacionales, estratégicas, socios militares. ¿Hacia dónde va a llegar? Sin duda nos estamos separando del carril constitucional, estamos asistiendo a una fórmula distinta, cada vez más partidista de la fuerza armada nacional, cada vez más al servicio de un proyecto político, lo cual la divorcia del carril constitucional. Pero es que estamos viendo también la pérdida de una función esencial de la fuerza armada nacional, que es el control de las armas de la república. Peligrosamente estamos asistiendo a la potenciación, al fortalecimiento de grupos armados al margen de la ley con la aquiescencia de la fuerza armada nacional que no los combate, que sabe que están operando en muchos territorios y lo permite. Eso es sumamente grave, porque cuando miramos la historia, y encontramos grupos armados desarrollando actividades ilícitas, terminan confrontándose. Pueden compartimentar espacios pacíficamente, coexistir en un tiempo determinado, pero terminan conflictivizándose. Ha sucedido con los carteles de droga, ha sucedido con los carteles de tráfico de armas, de tráfico de minerales. Y la propensión, sobre todo en espacios desolados, como 70% del territorio nacional, es a que esa conflictivización exista en un momento dado entre estos grupos armados legales e ilegales.
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