comparte

Fuente: Primer Informe

Organizaciones criminales mantienen un férreo control en aguas territoriales de Venezuela y tendrían el apoyo de funcionarios del régimen chavista para operar de forma libre.

Transitar por aguas venezolanas se ha convertido en una actividad muy peligrosa para embarcaciones mercantes o de recreación.  Comerciantes que viajan a Trinidad y Tobago, barcos de pesca y turistas son objetivos de los piratas que operan en el estado Sucre, al noreste de Venezuela.

Crédito Primer Informe

A principios de octubre, la Organización Nacional de Salvamento y Seguridad Marítima (Onsa) de Venezuela estableció nuevas zonas de riesgo para ataques piratas.

La zona más peligrosa del país es precisamente la costa de Sucre. Especialmente en el tramo de agua entre la ciudad de Carúpano y el parque nacional Paria.

Esta área recibió atención nacional en septiembre debido al caso de Fabio Tavares. Este fue interceptado por cuatro embarcaciones, mientras navegaba por la zona en su travesía desde Panamá hasta Brasil.

Tavares llegó a Trinidad y Tobago donde contó su historia a las autoridades. Detalló que había sido torturado en un campamento donde había visto restos humanos.

Esa historia es similar a otras reportadas en el área. En 2020, se denunciaron más de 150 ataques a embarcaciones en Sucre, frente a 120 en 2019, según datos del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV).

“Desde el parque nacional de Paria hasta Delta Amacuro, está fuera de control, es una zona de peligro. Las autoridades, incluido el ejército, deben tener el control de la zona», dijo el secretario general de Onsa, Luis Guillermo Inciarte.

Aseguró que «el nivel de criminalidad y piratería está lejos de ser normal”.

Peor que nunca

Las estadísticas de Onsa muestran que la piratería en Venezuela ha aumentado de manera constante durante los últimos diez años. El pico que se vive actualmente, lleva a esa organización a afirmar que la situación está peor que nunca.

Según Inciarte, los informes de ataques de piratería están disminuyendo. Pero eso se debe a que los grupos criminales responsables tienen un control más estricto sobre las comunidades locales y no hay denuncias. Las autoridades, por su parte, tampoco responden.

El vocero explicó los dos modus operandi de los piratas. «A veces, fingen que sus barcos se han averiado y atacan a quienes intentan ayudarlos, o envían varios barcos para rodear a sus objetivos». Este último método lo usaron contra el brasileño Tavares.

La  capacidad de acción de los grupos piratas es comparable a la de las bandas de narcotraficantes que operan entre Venezuela y el Caribe, agregó Inciarte.

Cuando se le preguntó sobre la falta de acción de las autoridades, Iniciarte afirmó que algunos funcionarios probablemente recibieron pagos de piratas para que los dejaran operar. Un fenómeno que también ocurre con los grupos criminales en tierra firme.

Los piratas venezolanos tienen buenas embarcaciones equipadas con dos grandes motores. Transportan entre 10 y 15 hombres a bordo. «Salen armados hasta los dientes, en botes muy rápidos, y nos interceptan”, dijo un pescador a la organización Insight Crime.

Sin embargo, agregó que si bien los piratas tienen armas automáticas y granadas, los ataques se han vuelto menos violentos.

Toda la actividad de los pescadores está afectada. Ahora deben adentrarse varias millas en el mar para poder faenar. Lo que acarrea más gastos en combustible, un producto muy escaso en Venezuela.

«Parece que ahora tienen órdenes de no asesinar a nadie, sino de llevarse cosas, como combustible, comida y contrabando», agregó el pesador.

 

comparte