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Fuente: Correo del Caroní, Jhoalys Siverio

Este viernes, 1 de octubre, se dio a conocer el nombre de una de las víctimas. Se trata de Jersis Fernández Ortega, de 23 años de edad, oriunda de Chichiriviche y madre de dos hijos. 

Una parte de la población de El Callao vio con horror el hallazgo de dos cabezas humanas la mañana del 29 de septiembre en la plaza El Jobo. Otros no se sorprendieron y aseguran que el hecho es parte del accionar de la ley que impone el pranato minero que domina la zona.

Crédito: Runrunes

Videos difundidos en Twitter dan cuenta de este dantesco hecho, aunque no es la primera vez. Las cabezas humanas estaban dentro de un bolso azul que, según parte policial del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), fue abandonado por “un sujeto que vestía short blanco y franela azul, con apariencia de minero, no identificado, quien dejó el bolso y salió en veloz carrera y abordó una moto que tomó destino vía Caratal”.

Este viernes, 1 de octubre, se dio a conocer el nombre de una de las víctimas. Allegados indicaron que se trata de Jersis Fernández Ortega, de 23 años de edad, madre de dos hijos. Oriunda de Chichiriviche, estado Falcón, la joven llevaba tres años de relación con su pareja, asesinada el pasado 23 de septiembre.

Presuntamente es el mismo hombre que la Guardia Nacional reportó como “abatido en enfrentamiento” en el sector Caratal, de El Callao. Este era apodado Chapulín y pertenecía a la banda de El Perú, grupo armado que domina en la zona.

Aunque las autoridades no han informado sobre el móvil del crimen, según el reportero gráfico David González, pobladores comentaron que presuntamente Fernández entregó a su pareja a los funcionarios militares.

Miembros de la banda El Perú se habrían enterado y “se dirigieron hasta la residencia y la llamaron para que saliera a recibir un oro” y desde ese entonces no se supo de ella, hasta el hallazgo de su cabeza en la plaza El Jobo de El Callao.

La otra víctima sigue ser identificada. “Pudo haber sido el cobro de una deuda, una venganza o porque hablaron de más. Aquí la gente vive tranquila mientras uno no se coma la luz con esa gente (bandas mineras)”, dijo un habitante de El Callao.

Si bien los asesinatos y desapariciones, según el relato de los habitantes de este pueblo minero, ocurren casi a diario en las minas, desde 2019 no se reportaban estos hallazgos cuyo mensaje parece ser el de una advertencia.

“Eso lo que hace es recordarle a la gente lo que le puede pasar. No se sabe qué fue lo que pasó exactamente ni quién fue, y tampoco lo van a decir. Uno calladito se ve más bonito”, agregó la fuente.

En 2019 hubo al menos cuatro hallazgos de cabezas humanas entre mayo y diciembre. Tres de ellas las abandonaron en la plaza Bolívar, otra cerca de la terminal de El Callao. También encontraron un cuerpo decapitado cerca del Destacamento 624 de la Guardia Nacional, del que se presumió pertenecía a una de las cabezas halladas en esos días.

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