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Fuente: La Nación (Argentina) / Daniel Lozano

 Los candidatos de Nicolás Maduro ya campan con fondos públicos por el país petrolero dispuestos a cumplir las órdenes del Palacio de Miraflores. Entre ellos destaca un grupo de generales, los más poderosos del país. Al frente, Jesús Suárez Chourío, durante años jefe del Estado Mayor de la Comandancia en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), número dos del Ejército tras el general Vladimir Padrino López.

Crédito AFP

Reconvertido en candidato de la noche al día y estrenándose en arengas ante los civiles, el candidato por Apure ya tiene su propio alias para la propaganda oficialista: “general pueblo”. “No es una elección para elegir a unos diputados, es una elección para redireccionar los caminos de la patria. Le devolveremos la Asamblea Nacional al valiente pueblo de Venezuela. ¡A la carga! ¡Venceremos!”, clamó Chourío en una de sus primeros actos electorales.

Capitaneados por Diosdado Cabello, actual presidente de la Asamblea Constituyente, el pequeño batallón de generales y militares retirados pretende dar la batalla en unas elecciones no reconocidas ni por la oposición ni por las principales democracias de Europa y América. Entre ellos también destaca el primo del número dos de la revolución, el todopoderoso general Alexis Rodríguez Cabello, hasta hace muy poco comandante general del Ejército.

Venezuela vive así la consagración del mando militar al frente de la revolución, valoran en el seno de la oposición democrática, donde creen que el aumento en la cantidad de escaños (de 167 a 277) no sólo se debe al intento de obtener un mayor control en las elecciones fraudulentas, sino también se trataría de una herramienta para aumentar la presencia de los uniformados sin afectar otros compromisos políticos del “hijo de Chávez”. Entre 15 y 20 militares, que obligatoriamente se tienen que retirar antes de acudir a las urnas, según la Constitución.

“La Asamblea Nacional que la dictadura tiene diseñada es una copia de la actual Constituyente: una asamblea cuartel. Se deben cumplir las órdenes que dicte el comandante. Es una Asamblea del militarismo. Además de ilegítima en su origen, lo será más en funciones”, critica el exgobernador opositor César Pérez Vivas.

En las listas de la revolución también aparece el general Manuel Quevedo, pese a su fracaso estrepitoso al frente de Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Durante los dos años y medio de presencia militar en la que fuera tiempo atrás una de las empresas más exitosas del continente, los niveles de producción cayeron desde los 2 millones de barriles de noviembre de 2017 hasta los 670.000 de marzo de este año, cuando el general fue destituido. La caída ha seguido imparable, bajando ya de los 400.000 barriles.

“Estamos ante una alícuota, el pago que tienen que dar estos hombres que han recibido beneficios del poder para cumplir esta nueva función. La continuación de todo lo necesario que se deba hacer para perpetuarse en el poder y el reciclaje de las fichas clave”, subraya a LA NACIÓN Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano para las Fuerzas Armadas.

Giuseppe Alessandrello, quien fuera comandante en jefe de la Armada, compite en las elecciones amañadas por un escaño en la costera Vargas. No faltan clásicos como Pedro Carreño, mano derecha de Cabello; el capitán Juan Escolona, quien ejerció como edecán de Chávez y de Maduro; Francisco Ameliach, uno de los golpistas del 4-F, como la gran mayoría de los militares que acompañan a Maduro, y también exgobernador de Carabobo; el general Gilberto Pinto, quien estuvo al frente del Ministerio de Minería; el mayor Gerardo Márquez, el capitán Frang Morales o José Vielma Mora, precisamente el militar que arrebató la gobernación a Pérez Vivas.

“Son figuras clave dentro de la Fuerza Armada, más allá del rango que hoy significa poco, considerando que Venezuela tiene una cantidad absurda de generales”, precisa a este periódico Andrei Serbin Pont, director de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES), quien añade que “el chavismo construyendo poder desde el instrumento militar y ocupando cargos públicos ya tiene larga data”.

Tampoco falta en el batallón electoral el mayor general Antonio Benavides Torres, pese a estar señalado directamente por la represión contra los manifestantes y por los abusos contra los derechos humanos durante su etapa al frente de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). El acta de diputado les concede en principio inmunidad.

“La inmunidad la garantiza la continuidad del régimen por encima de cualquier otra cosa”, sentencia el internacionalista Serbin Pont.

 

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