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Bogota. Comandante de batallón de contraguerrilla José Ricardo Marulanda. El suboficial del Ejército cuenta cómo en 10 años de cautiverio presenció el declive de la guerrilla. “Salí de la selva fortalecido por la oración, por la fe, por mis principios, por el anhelo de obtener mi libertad. Ahora tengo muchos deseos de vivir, y hoy doy gracias a Dios por toda esa esperanza que me dio, luego de haber estado retenido desde el 3 de marzo de 1998 en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, cuando un grupo de guerrilleros tomó la brigada móvil número 3 del Billar en Caquetá. “Estuve secuestrado 10 años y cuatro meses: 9 meses antes de que comenzara la zona de distensión en San Vicente del Caguán, 39 meses que duró la zona desmilitarizada y hasta el pasado 2 de julio, cuando el Ejército me rescató a mí y a mis compañeros en la Operación Jaque. “Separarme de mi familia, estar lejos de ella y enterarme de la muerte de mi padre y de dos de mis hermanos fue lo más duro en 10 años de secuestro. Sin contar con el peligro en la selva, de vivir la monotonía de una rutina que empieza todos los días a las 5:00 de la mañana, tomarse el tinto, desayunar y luego esquivar bombazos, acatar órdenes que si caminata, trotes…El aburrimiento… Eso era un día de estar secuestrado por la guerrilla. “Pero las FARC han cambiado, hace 10 años (cuando las conversaciones de paz con el entonces presidente Andrés Pastrana) se veían activas, contaban con mucho apoyo, se reunían, se veía muy bien. Les llegaba comida, ropa, armamento, tenían vehículos en la selva. “Una vez que se terminó la zona de distensión se comenzaron a reducir todos sus espacios por las acciones del Ejército y la Fuerza Aérea, especialmente con el gobierno del presidente Álvaro Uribe y la política de seguridad democrática. “Comenzaron a hacerse operativos para ubicarlos y cercarlos… Empezaron las capturas, las deserciones, la localización de hospitales, las caletas con armas o con comida. Hoy, con todos esos operativos ya se ven disminuidas, están muy desgastadas. “Las FARC perdieron el norte porque no tiene ideología. Ellos manifiestan ser ejército del pueblo y para el pueblo, pero por sus acciones subversivas están haciendo que la gente ya no esté con ellas. ¿Cuál ejército del pueblo si están acabando con el mismo pueblo? Esta vez sí. “Durante todo mi cautiverio, en mi inconsciente, sólo esta vez estuve seguro de que iba a ser liberado. En el pasado la guerrilla dijo que nos iba a sacar y no fue así. Hace siete años las FARC nos hicieron un montaje: nos entregaron los documentos y víveres para llevar para el viaje. “Por intuición me di cuenta de que unos soldados nos quedábamos y otros se iban. Lo supe porque los cordeles con los que nos amarraban en la nuca tenían colores diferentes (en junio de 2001 Pastrana logró un canje humanitario en el que se liberaron 301 miembros de la fuerza pública). “Nos desanimábamos porque veíamos que las FARC no tenían voluntad para hacer el intercambio humanitario. El Gobierno le ofrecía garantías y nunca aceptaron nada porque querían poner sus condiciones. Así fueron pasando los años y todo continuó en lo mismo, sin que vinieran comisiones a verificarnos o con noticias de que habrían nuevas liberaciones. Surge una posibilidad. “Nosotros escuchábamos por radio las informaciones sobre los trabajos de los países amigos, Francia, Suiza y Venezuela. Pensamos que con las liberaciones parciales por las gestiones del Gobierno venezolano y de la senadora Piedad Córdoba podíamos salir. “Entre los guerrilleros del frente 43 que nos custodiaba se escuchaba que el presidente Hugo Chávez tenía un plan para colaborar con la liberación de todos, lo que no sabíamos si era a largo o a corto plazo, pero sí sabíamos que seguirían liberando. “Se entendía que el Gobierno venezolano y las FARC iban a hacerle `el patico feo’ a Uribe, es decir no le iban a dar el gusto de que el presidente colombiano hiciera el canje humanitario ni tuviera la liberación de los secuestrados, o sea que nos iban a entregar a un país. “Para los que somos militares era preocupante porque éramos como el cuarto paquete, estaban soltando a políticos y uno se preguntaba será que nos va a tocar a nosotros a los militares y a los policías también. “Algunos de los guerrilleros que nos cuidaban, que hablaban muy poco, decían que con Hugo Chávez se estaba hablando y se estaba trabajando. Los comandantes a veces nos decían `vea, allí se está dando la vaina’, pero nunca escuché que el presidente venezolano los apoyaba. Se percibía, por los comentarios. Amor por telepatía. “Antes de la liberación, yo tenía en mi mente programado el instante de la libertad y el reencuentro con mi esposa Erika y mi hijo Brian. En el momento de verlos fue una alegría inmensa, como decimos aquí, la lloraíta no tuvo rebaja. “Les expresé lo que les había escrito en las cartas (pruebas de supervivencia). Les hice saber el espíritu religioso con el que venía. Mi esposa me dijo todo lo que sentía por mí y coincidimos en que entre nosotros funcionaba una especie de telepatía para comunicarnos durante mi cautiverio. Tanto que ella también presentía, al igual que yo, que en los últimos días me iban a liberar. Creo que la telepatía existe y puedo dar fe de ella. “Emocionalmente me siento bien y eso me lo han demostrado los exámenes que me han hecho, pues en mi comportamiento estoy bien. Tengo muchas razones para estarlo. Mi organismo está perfecto, aunque tengo una leve desviación de tabique y algunos problemas odontológicos. Pero me siento bien. Para mí el reencuentro fue efusivo, excelente, lleno de amor”. EE UU Liberados prevén final de las FARC Keith D. Stansell … Los tres ex rehenes estadounidenses liberados la pasada semana de manos de las FARC aseguraron que la organización, a la que tildaron de terrorista, está cerca de su final, al tiempo que agradecieron a los soldados colombianos que los liberaron, a los que calificaron de héroes, y pidieron al mundo seguir en la lucha de los que permanecen en cautiverio. Marc Gonsalves, Thomas Howes y Keith Stansell comparecieron por primera vez ante el público en la base militar de San Antonio, en el estado de Texas, donde están siendo sometidos a tratamiento para su reintegración en la sociedad. Gonsalves fue el más elocuente en su descripción de las condiciones en las que se encuentra la guerrilla: “La mayoría de su fuerza la conforman niños y jóvenes adultos. Les lavan el cerebro haciéndoles creer que se unen a una causa justa. Y una vez dentro no pueden dejarlo, porque si lo intentan serán asesinados”. Aseguró que muchos de sus miembros apenas saben leer. La petición de liberación para el resto de rehenes fue una constante en el discurso de los tres ex contratistas del Pentágono. Fuente: El Nacional. Mundo/12 Marian Marval Díaz mmarval@el-nacional.com

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