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Fuente: Emma Sánchez Álvarez, Contrapunto 

Llegó a la entrevista apresurada, azarosa y con la angustia de arribar tarde a la cita. Rocío San Miguel, abogada y presidenta de Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza Armada Nacional, entra y sale de una reunión a otra.

Crédito Jonathan Lanza

Crédito Jonathan Lanza

Piensa que la calificación de lo que pasa en Venezuela no es “crisis”, sino “conflicto”. Considera que en Venezuela se producirá un tsunami económico en los próximos tres meses. Pronostica que, de no encontrar la oposición y el gobierno puntos de coincidencia para la solución de los problemas, y si no se facilita una salida electoral con el referendo revocatorio, “Venezuela va a desayunarse el próximo año con las posibilidades de las sombras de un golpe de Estado”. En opinión de San Miguel, esto lo provocaría gente del mismo gobierno, debido a las fisuras que existen en el mundo militar, así como por la debilidad del presidente Nicolás Maduro.

-¿Qué pasaría en el país si no sucede nada en lo electoral y en lo económico de aquí a enero?

-El conflicto venezolano es tan grave que, si no se logra una solución negociada y un reconocimiento de las partes, y si llegamos al 10 de enero sin referéndum revocatorio como resultado de negociaciones, podría ocurrir que el propio Maduro tenga que enfrentarse a un enemigo interno que se plantearía en la forma de un golpe militar. Pero no azuzado, como siempre ha dicho el oficialismo, desde la oposición, que no tiene ninguna fuerza ni posibilidad en esa dirección. Gobierno y oposición deben encontrar la posibilidad de una reinstitucionalización del país. Hablamos de revisar la conformación de la dirección del CNE, examinar la artillería que desde el TSJ se está haciendo contra la Asamblea Nacional, elegir a los diputados de Amazonas, y revisar la situación de los presos políticos y la crisis humanitaria.

-¿Qué opinión le merece este proceso de diálogo y el hecho de que se hayan liberado unos pocos presos políticos?

-Lamentable y dolorosamente el tema de los presos políticos forma parte de un elemento de negociación. Suena muy frío. Es muy duro aceptarlo, porque se trata de la vida, la integridad personal y la libertad de estas personas, además de los sentimientos de sus familiares. Hay que verle la cara a lo que significa para una persona permanecer recluida en celdas como la del Sebin, del Helicoide o cualquiera del interior del país, mezcladas con presos comunes y sujetos a extorsión permanente. Creo que todo preso político que pueda arrancársele al gobierno hacia la libertad es un éxito. Y esa tiene que ser una apuesta permanente. Si esto se logra con el diálogo, o desde la Asamblea Nacional o con presión de la calle, bienvenido es. Creo que estas tres herramientas son absolutamente indispensables para la oposición, que debe lograr despojar al poder de sus manos a los presos políticos.

 

Conflicto, no crisis

-Pero soltaron a muy pocos, además sin garantías reales…

-Nos queda un centenar de presos. Tenemos más presos políticos que en Cuba. Yo creo que esto debe colocarse con un acento muy particular para visualizarlo ante la comunidad internacional, porque da cuenta de la profundización del conflicto venezolano. Y aquí hago un paréntesis: tenemos que pasar de hablar de la crisis al conflicto venezolano.

-¿Cuál es la diferencia?

-La crisis alude a un tema político en el que hay diferencias con el Gobierno por su forma de parecer y proceder. Esto puede significar diversidad de opiniones. El conflicto, por su parte, es una reducción binaria del problema. Es decir: cuando hay dos partes convencidas de que es todo o nada, llegamos a una peligrosa situación. Un conflicto entre partes enfrentadas, que se ven como enemigas, traslada la discusión a otros temas en torno a una crisis que puede ser prolongada e indefinida. En este escenario pueden tratarse temas sustantivos o relativos, enviarse emisarios importantes y otros que no lo son, o puedes o no alcanzar cosas relevantes. Pero cuando existe interés en finalizar un conflicto, se busca a actores clave en la mesa, trabajas sobre temas fundamentales y, sobre todo, das alternativas a la contraparte frente a lo que puede significar su abandono del poder.

-Diferenciar esto, ¿cómo ayuda a la mesa de diálogo?

-Creo que aquí está el centro de gravedad de una mesa de diálogo. Entender la posición del Gobierno. ¿Qué es lo que está pasando con el gobierno ahora? Se sienta en una mesa de negociación en la que le están pidiendo ir a una elección que busca sacarlo del poder. Me pregunto: ¿Va a entregarlo así tan dócilmente? Creo que deben darse garantías para que esa resolución sea sólida. No se trata de realizar elecciones generales o un referendo y que al día siguiente sigamos en conflicto. Eso es lo que marcaría la diferencia entre lo que pasó en el año 2002 y sus subsiguientes diálogos, y lo que podría ser la solución del conflicto venezolano a partir del diálogo amparado por el Vaticano.

-¿Cómo cree usted que se puede llegar a la resolución del conflicto venezolano cuando las partes lucen muy polarizadas, y hay odio y resentimiento en la población?

-Con la apertura de las mentes de ambos lados. Siempre en los dos bandos existen los radicales, pero también hay personas que tienen un sentido de compromiso moral con la nación, que cuentan con sentido de patria; que tienen un genuino liderazgo, no en su lucha inmediata por el poder, sino para resolución y viabilidad de la República. Aquí es donde hay que empezar a mirar donde están esas voces y quiénes pueden ser esas personas que influyan en los actores de la mesa. Me gustaría, por ejemplo, que esas voces dentro del chavismo aparecieran para empezar a hablar de patria donde podamos estar todos los venezolanos sin distingo de posición, o que encontremos una solución al drama humanitario.

El tsunami económico

-¿Cuál es su opinión sobre lo que sufre el venezolano día a día cada vez que va a comprar alimentos?

-Tenemos una crisis de proporciones de un tsunami en materia económica. Si la oposición y el Gobierno no llegan a un acuerdo para sostener el país, en los primero meses de 2017 la brecha, el umbral de la crisis humanitaria, crecerá exponencialmente y, probablemente, entremos en niveles más graves de pobreza crítica que los de 1989.

En opinión de San Miguel, debe hacerse un llamado a los sectores del país para participar. “En la mesa de diálogo no están todos los sectores que representan al chavismo. Creo que esa es una debilidad. Hay una parte del chavismo que quiere resolver el conflicto. Tampoco están presentes las organizaciones no gubernamentales como para llegar a un consenso por la vía de la participación de la sociedad civil. Si no hay mayor participación de otros sectores, las medidas que se adopten serían de patas cortas y soluciones que no perdurarán en el tiempo”, argumenta.

-Usted habla de un tsunami económico para los venezolanos ¿Qué nos espera en el próximo año?

-Imagínate lo que puede esperarse cuando el Gobierno decidió entregar a los militares el control de los alimentos e insumos médicos y quirúrgicos. Aquí pasa que se quiere controlar esto con un arma. Creo que va a ser tan crítica la situación en los próximos tres meses que la única manera que encuentra el Gobierno para mediar es con el control empuñado con las armas para que se establezca un mecanismo de viabilidad y no una explosión social.

 

-¿Qué sabe usted acerca de lo que piensan los militares?

-En el proceso político venezolano ha habido debilidades tanto del chavismo como de la oposición, y es que utilizan el tema de las Fuerza Armada como polarizante. Lo primero que debe ocurrir es despolarizar esta materia. Para ello, no solamente tienen que contribuir los factores políticos en pugna, sino el propio alto mando militar, bajando el tono de la partidización política del discurso, pero también teniendo gestos que impongan confianza a los venezolanos sobre su rol en el conflicto. Creo que hay sectores militares muy asustados. Me refiero a los mandos medios y subalternos. Han visto el rostro del hambre de la gente. Tienen el hambre en sus propias familias. Saben del enorme riesgo que puede otorgarle la historia como árbitro en las graves contenciones del orden público. Y si hay un sector que tiene miedo es el militar, porque tendría que utilizar las armas masivamente contra la población.

Militares: tema fundamental

-¿Cuál sería entonces el papel de la Fuerza Armada en este conflicto?

-Hacerle un llamado para que se pronuncie sobre la realización de un referendo revocatorio sería, desde mi punto de vista, un error. Sería hacer algo que condenamos permanentemente en términos de partidización política. No le corresponde a la Fuerza Armada Nacional ni a sus mandos militares pedir que se haga un referendo. Eso le corresponde a los factores políticos y a la sociedad movilizada. La Fuerza Armada, reitero, debe tener el compromiso histórico de comprender el momento actual. Bajar el tono del discurso político-partidista y sobre todo, proporcionar gestos auténticos desde el poder en el respeto de los derechos humanos. No es casual que el ministro de Relaciones Interiores sea un militar activo. No es casual que el director del Sebin sea un general activo y, por supuesto, el ministro de la Defensa un general activo. Creo que los gestos de esos efectivos armados tienen que ir de la mano con la liberación de los presos políticos, su trato humanitario y el cese del hostigamiento a las manifestaciones pacíficas y de la criminalización de la protesta. Estimo que tienen que entender que este es un momento histórico en el que pueden definir el modo como serán juzgadas en el futuro y que hay la posibilidad de una transición política y militar en el país.

-¿El tema militar tiene que discutirse en la mesa de diálogo?

-El tema de la Fuerza Armada debe ser fundamental para la mesa de diálogo, porque no puede tener el dedo en el gatillo sobre la población. Deben establecerse mecanismos con garantías para que baje el nivel de criminalización, de violación de derechos humanos por parte de efectivos militares y principalmente, de partidización política que desde el discurso articulan los mandos militares en Venezuela.

-¿Qué mensaje le daría usted a la gente de la oposición y del gobierno?

-Primero, que establezcan el compromiso del fin del conflicto en Venezuela. Segundo, que atiendan la crisis humanitaria con prontitud. Tercero, sobre todo al Gobierno, que den garantías en materia de derechos humanos y, por supuesto, en mi caso que sigo el tema militar, que uno de estos gestos sea bajar el tono de la partidización política y la criminalización de la protesta por parte de la FAN.

 

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