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Bogota. Expresan sentimientos encontrados. Los parientes de las personas que permanecen en manos de los rebeldes sueñan con el fin de su calvario. El miércoles 2 de julio terminó para quince secuestrados un largo camino que duró entre cinco y diez años. Quince familias celebraron el reencuentro con sus hijos y en algunas poblaciones se celebró el regreso con vida de los rescatados, informó El Tiempo. Pero por lo menos 700 secuestrados, según cifras oficiales, siguen en poder de las FARC. De muchos no se conocen ni siquiera pruebas de supervivencia. Algunos de ellos fueron secuestrados junto con los que fueron rescatados. De la lista de canjeables, que las FARC pretende intercambiar por rebeldes presos y que inicialmente llegaba a 60 plagiados, ahora quedan 25, de los cuales 22 son militares y 3 civiles. Algunos fueron asesinados en cautiverio, otros liberados, muy pocos se fugaron y quince fueron rescatados. Los familiares de los rehenes que permanecen en poder de las FARC celebran la vuelta a la vida de los rescatados. Sin embargo, quisieran no tener que seguir sufriendo el destino que les ha tocado. “Esto genera sentimientos encontrados. Nos alegramos por los liberados y sus familias, pero cada vez nos sentimos más solos en nuestra lucha, cada vez quedamos menos y las cosas son más difíciles porque somos menos luchando. Pero igual nuestros secuestrados deben tener la seguridad de que vamos a seguir y a no desfallecer en tanto ellos también regresen a la libertad”, dijo a Semana.com Marta de Lizcano, esposa de Óscar Lizcano, quien es el político que lleva más tiempo en cautiverio. En el mismo sentido Claudia de Jara, la esposa del ex gobernador de Meta, Alan Jara, hizo un llamado para que se libere a su esposo: “Para mí es una emoción que no he podido disfrutar porque se quedó mi esposo y otros más en la selva. Pero siento en mi alma felicidad por el regreso de ellos a sus hogares. Sin embargo estoy muy preocupada porque no sé en qué condiciones quedaron. Le pido al país y al mundo entero que nos sigan acompañando hasta que el último de los secuestrados salga de la selva”. En la familia del Caminante por la paz quien recorrió el país para pedir por la liberación de su hijo, el policía Pablo Moncayo, esperan el milagro de verlo de nuevo en su casa: “En casa nos pusimos a llorar al verlos a todos. Era un llanto de alegría y de tristeza al mismo tiempo porque ahí podría estar mi hijo. Es una gran alegría pero no se puede olvidar a quienes quedan allá. Sólo nos queda esperar y esperar que Dios y la virgen se compadezcan para que se acabe esta pesadilla”, dijo. Fuente: El Nacional. Mundo/12

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