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Más de medio millón de militares y combatientes venezolanos accionaron sus armas la semana pasada en vivo y en directo por televisión. Camuflados entre matorrales, posaron frente a las cámaras en siete estados del país, para hacer gala de unos ejercicios de guerra que cerraron con una inédita demostración de cómo repeler manifestaciones de orden público.

La Guardia Nacional Bolivariana atacó con tanquetas y ballenas un grupo de actores que simulaba una protesta. La imagen cerraba –en cadena de radio y televisión– dos jornadas de maniobras militares que tuvieron lugar justo en los días en que la oposición venezolana calentaba la calle para activar un referendo revocatorio, que establece la Constitución de ese país para quienes se proponen destituir al presidente de la República.

Son las nuevas técnicas de represión que ha desarrollado el gobierno venezolano para mantener “el orden interno nacional”, según dijo el propio jefe de Estado, Nicolás Maduro, al final del simulacro. “No soy venado y me están cazando, me tengo que cuidar”.

Se trata, ni más faltaba, de un mensaje: “Buscan intimidar”. Eso advierte el general retirado Raúl Salazar, ministro de la Defensa durante el primer año del gobierno de Hugo Chávez, quien hoy critica a muchos militares por confundir la lealtad al Estado con la del partido de gobierno. La Fuerza Armada venezolana, sostiene, tendrá que ver qué papel quiere jugar en esta transición. “Es la pregunta de las 24.000 lochas”, concluye.

La Guardia y el Ejército, entretanto, están en las calles. Ya se les ha retratado reprimiendo varias de las marchas que la oposición ha venido convocando desde el mes pasado en el centro de Caracas, para que el Poder Electoral ponga fecha a un referendo revocatorio que solicitaron formalmente el pasado 2 de mayo, tras consignar casi 10 veces más de las 195.721 firmas necesarias para empezar el proceso.

El juego político está en la calle, y seguirá al menos por un buen tiempo. No en vano el gobierno venezolano espera de China 500 vehículos blindados y otros equipos antimotines que encargó para repeler disturbios, según refiere un balance que está por publicar la Asociación Civil Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza Armada Nacional.

Al frente de esa organización, la abogada Rocío San Miguel da cuenta del despliegue militar que se ha visto en las manifestaciones de este mes. Caracas, a ratos, luce como un campo de guerra: verbigracia, la Guardia Nacional ha instalado barreras metálicas en las rutas de las manifestaciones como la del miércoles 11 de mayo. Ese día incluso el gobierno ordenó cerrar 14 estaciones del metro. La capital de Venezuela se quedó trancada como un extraño día feriado con fragancia de gas lacrimógeno.

Oficiales pragmáticos

San Miguel señala que los mismos militares que en este momento impiden a la oposición llegar al centro de Caracas pueden cambiar su talante, si es que hay una alternativa real y estable de cambio. Es verdad que los más de 800 nuevos generales y almirantes reciben incentivos, pero por encima de todo está convencida de que los de Venezuela son militares pragmáticos y a la hora de la verdad evitan jugar al papel de árbitro. Mucho más la tropa y los mandos medios: 80 por ciento de ellos carece de vivienda propia y están sometidos a los vaivenes de una inflación que el Fondo Monetario Internacional calcula en 700 por ciento.

La historia contemporánea de Venezuela advierte que sus Fuerzas Armadas nunca se han dividido y son más proclives a cambios políticos precisamente en tiempos de recesión económica. No es casual, a juicio de San Miguel, que el golpe de Estado contra Chávez en 2002 coincidiera con la peor crisis económica que el chavismo haya vivido antes que la actual. Cuadros en mano, la experta en temas de seguridad y defensa muestra esa misma curva descendente en 1958, cuando los cuarteles facilitaron el paso de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez a una democracia bipartidista.

“Lo que hay que plantear en Venezuela como un acertijo es si realmente hay una alternativa de poder en estos momentos”, señala San Miguel. “Creo que el mundo militar está viendo una posibilidad real si se llega a tener una fecha para el revocatorio presidencial, pero mientras no se tenga no van a ver una alternativa real de poder”.

Los militares, de cualquier modo, no son los únicos en este juego de poder. Si bien los oficiales activos y retirados han atravesado transversalmente el poder político –incluso con figuras emblemáticas como 10 de los 36 ministros del gabinete de Maduro y con 12 de los 23 gobernadores de estados–, también hay armas en manos de movimientos civiles llamados colectivos o de la Milicia, un órgano colegiado que creó Chávez en 2007 para enrolar a civiles en labores de apoyo dentro de la Fuerza Armada Nacional.

Brazos civiles

Los anuncios oficiales advierten que no hay más de 170.000 efectivos alrededor de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, lo que quiere decir que los 519.000 combatientes que anunció el gobierno durante los últimos ejercicios militares doblan el número de los oficiales activos y en este momento incluso tienen poderes especiales.

A través de un decreto especial para declarar el “Estado de Excepción y de la Emergencia Económica”, Maduro dio hace dos semanas un estatus especial a organizaciones de base del gobierno, para “atribuir funciones especiales y de formación a los Comités Locales de Abastecimiento y Distribución (Clap), a los Consejos Comunales y demás organizaciones de base del Poder Popular, conjuntamente con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Policía Nacional Bolivariana, Cuerpos de Policía Estatal y Municipal, para mantener el orden público y garantizar la soberanía en el país”.

Las armas, en pocas palabras, ya no son una tarea exclusiva de los oficiales activos. Y así se vio la semana pasada en los ejercicios de guerra, criticados por medios independientes locales por su costo de más de 20 millones de dólares precisamente en momentos en que en Caracas crece la gente que hurga en los basureros, los niños que bajan mangos de los árboles y lo que esta semana fue trending topic en las redes sociales: la muerte de Oliver Sánchez, el niño con cáncer cuya imagen se volvió viral durante una de las muchas protestas por falta de medicinas.

En los últimos cuatro meses se registraron unas 2.000 protestas. La cuarta parte de ellas, de acuerdo con el Observatorio de Conflictividad Social, para pedir alimentos. La cuenta incluye 166 saqueos o intentos de saqueo a comercios y, en medio de ese panorama, la oposición sigue apostando por activar el referendo revocatorio con presión de calle.

“Estamos clamando por la convocatoria del revocatorio, porque queremos una solución construida con los votos del pueblo y no un desenlace con la sangre del pueblo”, afirmó este miércoles el secretario ejecutivo de la coalición opositora de la Mesa de la Unidad Democrática, Jesús ‘Chúo’ Torrealba.

El oficialismo, en la otra acera, descarta que el ya célebre referendo se realice este año. Su agenda plantea alargar el calendario hasta enero para llegar a la mitad del periodo de Maduro y así seguir en el poder con el vicepresidente sin convocar a nuevas elecciones.

“Este año es imposible”, advirtió el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, y lo ha reiterado todo este mes, Con el mazo dando, en su programa de televisión, aferrado a un público de militares que se cuadran luego de pasar lista frente a las cámaras.

Fuente: Semana.com

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