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Fuente: BBC Mundo Daniel García Marco

En un país que en 25 años vivió tres intentos de golpe de Estado y que atraviesa una grave crisis económica y política, es normal que muchas miradas estén puestas en el Ejército.

Y más después de cuatro meses de protestas, de apelaciones directas de la oposición a las Fuerzas Armadas, del ataque de un policía con un helicóptero en el centro de Caracas y del asalto el domingo al Fuerte Paramacay, en Valencia, por parte de un grupo de 20 hombres vestidos de militares.

En un país que en 25 años vivió tres intentos de golpe de Estado y que atraviesa una grave crisis económica y política, es normal que muchas miradas estén puestas en el Ejército.

Y más después de cuatro meses de protestas, de apelaciones directas de la oposición a las Fuerzas Armadas, del ataque de un policía con un helicóptero en el centro de Caracas y del asalto el domingo al Fuerte Paramacay, en Valencia, por parte de un grupo de 20 hombres vestidos de militares.

Desde septiembre del año pasado hay oficiales encargados de la distribución de aceite, arroz, café y de muchos otros rubros de alimentación e higiene. Incluso hay uno responsable del papel higiénico, las toallas sanitarias y los pañales desechables.

Además, decenas de personas arrestadas en protestas y saqueos están siendo juzgadas por tribunales militares, lo que ha generado las críticas de ONGs y de hasta del Ministerio Público de la ahora destituida Luisa Ortega Díaz.

“Nunca antes como ahora habíamos visto tanta presencia militar en la sociedad”, dijo en mayo a BBC Mundo Hernán Castillo, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar y experto en seguridad, defensa y en relaciones civiles y militares en Venezuela.

Pero esa dependencia entre sociedad y ejército es constante en la historia contemporánea de Venezuela.

Sobre todo desde que el comandante Chávez promovió la recuperación de los derechos políticos de los militares en la Constitución de 1999.

Pero ahora aún alcanza una cota mayor.

“La Fuerza Armada se involucró más en el desarrollo nacional y en la vida pública”, analizó en mayo en diálogo con BBC Mundo el exmilitar Clíver Alcalá, leal a Chávez, al que acompañó en el intento de golpe de febrero de 1992, pero crítico con su sucesor, Maduro.

“Ahora con Maduro se ha generado mayor exceso en la dependencia del presidente ante la Fuerza Armada, porque ha ido perdiendo apoyo político en los civiles. Ha asumido un viraje hacia lo militar en la búsqueda de mantener apoyos”, dijo Alcalá.

Apelación de la oposición

A más presencia pública, más responsabilidad le achacan los opositores al Ejército en un momento en el que culpan al gobierno de la crisis económica y política y hasta de una deriva autoritaria.

De ahí que las apelaciones cada vez sean más directas.

En la consulta que hizo la oposición el 16 de julio, una de las preguntas era: “¿Demanda a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana obedecer y defender la Constitución del año 1999 y respaldar las decisiones de la Asamblea Nacional?”.

La oposición, que controla la Asamblea o Parlamento, proponía un “Sí” como respuesta.

“Hago un llamado a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. No dejen que se les utilice como herramienta de presión política”, ha dicho en varias ocasiones Julio Borges, uno de los líderes de la oposición y presidente de la Asamblea Nacional.

El gobierno asegura que con esos llamados lo que buscan sus rivales políticos es una insurrección golpista. De hecho, la Fuerza Armada expresó este domingo en un comunicado que los asaltantes al Frente Paramacay “confesaron haber sido contratados por activistas de la extrema derecha venezolana en conexión con gobiernos extranjeros”.

La oposición dice que solo quiere apelar a la conciencia de los rangos medios y bajos del Ejército para que no cumplan las supuestas órdenes de represión.

Hermetismo

En el hermético mundo militar poco trasciende. La cúpula se muestra cercana a un gobierno que ha dado a las fuerzas armadas una gran cuota de poder más allá de la defensa y seguridad, como por ejemplo con la importación y distribución de alimentos.

Alcalá, quien fue mayor general y estuvo 34 años en el ejército, considera “contra natura” que haya empresas militares involucradas en la administración económica del país.

Aunque la cúpula parece bastante leal a Maduro, algunos analistas dicen que el descontento es palpable en los rangos medios y bajos.

La agencia Reuters publicó el 6 de julio que al menos 123 miembros de las Fuerzas Armadas han sido detenidos desde que comenzaron en abril las protestas antigubernamentales por cargos que van desde traición y rebelión hasta robo y deserción, según documentos militares.

El gobierno confirmó a final de abril que tres militares habían solicitado refugio en Colombia y pidió su entrega. Los acusó de querer instigar un golpe de Estado.

En las últimas semanas se han sucedido eventos aislados aún oscuros como el ataque del policía Óscar Pérez con un helicóptero y el asalto de este domingo al Fuerte Paramacay.

Alcalá cree que el ataque a un símbolo del Ejército como ése puede favorecer al Ejecutivo.

“Lo llevas (al Ejército) a ajustarse al gobierno, lo polarizas con su presidente”, afirma el exmilitar, ahora crítico con el gobierno. Alcalá siente que hay un “quiebre” entre la cúpula militar y la tropa, vulnerable a la situación de crisis económica que atraviesa casi toda la población venezolana.

Alcalá sostiene que lo sucedido el domingo “genera una situación de alerta a lo interno de la Fuerza Armada”, ya que ahora agrega como elemento de tensión la atención para cuidar los recursos que están en sus manos.

“Se genera una contradicción y discusiones por la situación actual por el nuevo actor fraudulento de la Constituyente y por los nuevos actores que se asoman con armas que están al margen de todo. Y el país apunta más al caos”, analiza Alcalá en referencia a la Asamblea Constituyente, que tiene poder absoluto para dirigir el país y es rechazada por la oposición y el chavismo crítico.

¿Pero tiene el ejército la solución al conflicto?

“La participación política de los militares en las crisis venezolanas es tradicional. Sin embargo, en esta oportunidad, la crisis no requiere de la intervención de los militares”, opinó el profesor Castillo al hablar con BBC Mundo en mayo.

“La intervención agudizaría todos los problemas“, agregó sobre un eventual golpe. El experto sí cree que podrían presionar para una salida pacífica y la convocatoria de unas elecciones generales, reclamo de la oposición.

La sombra del golpe

El golpe de Estado es una salida que rechazan prominentes líderes opositores como Henry Ramos Allup, diputado y expresidente de la Asamblea Nacional, quien lo considera un “peligro”, una solución “nefasta”.

El profesor Castillo lo descarta de pleno, pese a cierta tradición golpista en la historia contemporánea del país.

“Una salida militar no es deseable y afortunadamente no es posible. Un golpe clásico como en los (años) 70 no es posible. Además, la coyuntura internacional ya ha cambiado, ya no estamos en Guerra Fría”, afirmó.

El exmilitar Alcalá tampoco lo desea ni lo ve probable, pese a los últimos eventos aislados. Pero entiende los rumores de golpes y sublevaciones.

“Es producto de la lógica del gobierno, de la falta de reglas y eso va a lograr que en el sentimiento de la población esté la búsqueda de esa salida. Al ver que no se puede con la tiranía, sueña con cualquier salida, como sea”, dice, crítico con Maduro.

Crédito Archivo El Venezolano

Crédito Archivo El Venezolano

Línea

(*) Este artículo fue publicado originalmente el 12 de mayo de 2017 y actualizado el 7 de agosto para incluir los últimos detalles tras el asalto el domingo al Fuerte Paramacay en Valencia.

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