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Caracas. A pocos días de haber recuperado su libertad, Ingrid Betancourt confesó el viernes que su cuerpo no da más y necesita descanso pues ciertamente no ha parado de conceder entrevistas, reunirse con funcionarios gubernamentales y de participar en actos púbicos y privados en su honor. Antes de alejarse por algún tiempo de los micrófonos, la “heroína” colombo francesa dejó el candelero prendido en torno a los cambios y mellas que el cautiverio causó en su círculo más cercano. No ha sido poca la cantidad de tinta gastada por los rotativos del mundo para develar lo que hasta hace nada eran sólo runrunes sobre la ex secuestrada, como la historia de un amor selvático, la tolerancia necesaria de su madre hacia su esposo y el distanciamiento de quien fue amiga y compañera en su proyecto político. Precisamente éste último fue confirmado el jueves pasado por la misma Clara Rojas, ex candidata a la Vicepresidencia, en una entrevista con la emisora colombiana RCN, en la que admitió el distanciamiento entre ambas; en primer lugar porque el embarazo de Rojas le impedía estar con “los fumadores” y luego porque el ex senador Luis Eladio Pérez, confidente en cautiverio de Betancourt y con quien intentó fugarse, la “inamistó” con ella y con la madre de Ingrid, Yolanda Pulecio. La fisura entre las dos es tan grande que Rojas ni siquiera votaría por Betancourt si las elecciones presidenciales fueran en una semana. Incluso en la misma entrevista llegó a decir: “hay cosas de Ingrid que me asustan”, al referirse al temperamento de su ex amiga. “El amor alivia”. En seis años de secuestro, Ingrid intentó escapar cinco veces de sus captores, mientras en París sus hijos Melanie y Lorenzo crecieron enarbolando una campaña mundial por su liberación junto al ex esposo de la política, Fabrice Delloye, quien mereció muchas líneas afectuosas en una carta escrita por Ingrid como prueba de vida, incautada por el gobierno colombiano antes de llegar a manos del presidente Hugo Chávez. En el mismo escrito, Ingrid dice vivir “un espacio lúgubre de tiempo” que sólo puede soportar por el amor a sus hijos, a “Fab” (Fabrice) y a su madre Yolanda. Las líneas hacen presumir que Betancourt no sólo perdió la oportunidad de ver a sus hijos crecer, también perdió el amor por su esposo Juan Carlos Lecompte, quien hasta se había tatuado el rostro de su amada en el brazo izquierdo. Una de las especulaciones tejidas al respecto es que ese amor se le acabó por la cercanía que tuvo en el cautiverio con “Lucho”, como ella llama afectuosamente al ex senador Luis Eladio Pérez. En la misma carta filtrada a los medios colombianos y publicada parcialmente, la secuestrada comenta a su madre: “Aquí todos tienen dos caras, la alegría viene y luego el dolor. La felicidad es triste. El amor alivia y abre heridas nuevas…” Ingrid se fugó seis días con Pérez y estuvieron vagando en la selva, a través del río, pero la salud del senador estaba muy deteriorada e Ingrid era quien pescaba el alimento de ambos para así poder soportar las penurias de la jungla. Los rumores aumentaron luego de que Clara Rojas, en su entrevista con RCN confesó que cuando vio a Ingrid y a Luis Eladio Pérez “más que amigos”, ella se alejó de los dos. Le corresponde a Betancourt confirmar o no la información cuando decida confesar al mundo los pormenores de su secuestro, como lo prometió al periódico inglés The Guardian, al que declaró que todavía trata de adaptarse a la vida en libertad, desde dormir en una cama hasta oler un perfume”. “YO ESPERABA OTRA COSA” “No debo descartar que se haya acabado todo con Ingrid. No sólo lo pienso ahora, sino desde antes. El amor por mí pudo habérsele acabado en la selva”, afirma Juan Carlos Lecompte, en entrevista con El Tiempo de Bogotá. “El día de su liberación me maltrataron, pero me maltrataron más durante el secuestro. Y viéndolo bien, nunca tuve una buena relación ni con la mamá ni con la hermana de Ingrid. Durante el secuestro se armaron dos bandos en los últimos años: uno, Yolanda y Astrid, y el otro, Fabrice, los niños y yo. “Debo admitir que yo esperaba otra cosa. Esperaba un fuerte abrazo”. “No hubo un fuerte abrazo. Ahí me puse a un lado, con mucha dignidad”. Fuente: Ultimas Noticias. Pág. 71. Caracas. 13/07/08 JOHANNE BETANCOURT PÉREZ

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